Sin querer, fuí a implorar la discusión
la
virtud de poder amarte de lleno,
en la atadura de este infierno tan bueno
Con
la muerte en el ego como anfitrión.
Someto el juicio al yugo de la extorsión,
El tira o afloja a un clic loco y ameno,
matando la calma usurpando lo ajeno
traigo la miel a la propia condición.
¡ Qué solitario y frío es no ser querido!
inducir con las palabras, si, al espacio
de
no tener tiempo de curar lo herido.
Me
convertí en un cerrojo del aullido,
ni siente, padece o muerde en el prefacio
del murmurar estridente y sin sentido.
(Correcciones Virginia Fourco Artica).