Antonia Naranjo ParisCrac.180×210 |
Rozo el crepúsculo de una sonrisa. Es...
Asfalto como los versos que decimos en las acuarelas. A veces es un minuto con segundos en las certezas. El amor es un retorno, un eco de dobleces, y me encuentro entre las curvas de una ópera y los demonios que aprisionan el deseo.
Deseo como el mar, deseo la margarita del jardín de mi casa. Un mar pintado de veces o de ocasiones, intentando nutrir el estómago de la necesidad.
Eres tú. Me ves diciendo rosas en el mar, y en el ático de tu magnificencia respondo con un ardor en el cuerpo, intentando tejer en el oleo un abrazo hacia la eternidad.
Vuelvo a la vuelta de mis ojos y enciendo el mechero de la avaricia de este amor en conserva, amor en trazos de madreselva, en las tapias de los sentimientos y en las alforjas.
Defino el pensamiento de un pliegue de luz y de lienzos que responda a los titubeos de los pómulos cuando pronuncian tu nombre....
¡Ese nombre! no acierto a enlazar la lengua con el diente que demuestra la existencia de esa definición, del significado perfecto que responda las pruebas de una avidez que se argumenta en las sábanas de tu existencia en cada páramo de los días.
Rozando. Rozaduras de los momentos: azul, naranja, sepia agazapado y miro los ventanales a ver si el soplo me socorre....
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