Los escenarios comprimen
la nube de los muertos.
Mi madre acunaba la vida,
con una nana en los sonidos,
volvióse fría como la muerte.
Carne mugriente en la letanía,
la música no tiene cuerda,
en ninguna contienda.
Al roce del abrigo,
me temblaba los huesos.
Calcinaba la lluvia en los girasoles.
Y Mi madre, seguía acunando la vida,
con una nana dormida en los semblantes.
Rápido pasa febrero,
como los salvajes segundos
de las emociones.
Señalaba Dios el santo y seña.
Pero mi madre ya no conocía
la vida, murió en los brazos
y se hizo trizas.
Jamás volvió a dar cuerda a las nanas,
Y murió el aire en los retenes.
Es cierto como los escenarios
comprimen nubes,
también... el hastío,
y las nanas siguen...
siguen sonando en los rincones.
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